viernes, 23 de marzo de 2012

El ARTista...


Film ambientado en los primeros años del siglo XX, cuando el cine era un arte que crecía a ritmo acelerado, buscando un lenguaje que le permitiera contar historias para mantener al publico adherido a sus butacas.

Esta película no solamente esta ambientada a finales de los años 20 y principios de los 30, sino que también utiliza el lenguaje desarrollado por el cine hasta ese entonces. Un lenguaje "limitado" ya que el sonido, que estaba aún por afianzarse como nuevo código, es el elemento ausente en El Artista, y además se convierte en el factor principal que lleva al protagonista de este relato a debatirse entre la vida y la muerte. El uso de los intertítulos y la música eran los principales elementos complementarios de la imagen. Podemos hablar ahora, que han pasado, más de 100 años desde la llegada del tren de los hermanos Lumière de una estetica de "Cine Silente",  de la que Michel Hazanavicius (guionista y director) hace uso para contarnos su historia. Se podría pensar que esta decisión fue una inteligente estrategia para la promoción y venta del film, más todavía si tomamos en cuenta que The Weinstein Company (El Discurso del Rey) está detrás. Sin embargo, a pesar de haber logrado varios premios, entre ellos: Premio al Mejor Actor en Cannes (Jean Dujardin) y el Oscar a Mejor Película, las expectativas en taquilla no se han cumplido. ¿Quién quiere ir a ver, en esta era de Avatar, y las películas que puedes descargar con un código desde la internet en la comodidad de tu casa, para luego verlas en un ipad, un film de la década de los 20?

Sin embargo, luego de haber asistido a su proyección en CINE, puedo decir que la importancia de este film va mucho más allá de su singularidad narrativa, ya que se adentra y a la vez se aleja de una mera "estética" para convertirse en una obra con identidad propia, ACTUAL, que rechaza los códigos del presente. A pesar de esto hipnotiza con su esencia puramente cinéfila, dejando una estela que enamora al espectador y lo enfrenta consigo mismo en la primera escena del film, obligándolo a preguntarse ¿Qué era el cine? y ahora ¿Qué es? o en ¿Qué se ha convertido? 

El Artista nos devuelve a su época, nos permite imaginar y sentir lo que fue o habría sido ver un film de Chaplin, Méliès, Griffith, Micheaux, Buñuel, Gance o muchos otros, en la pantalla grande, en su Aspect Ratio original (4:3) y palpar así en lo más profundo, la textura del celuloide, benditos defectos de la química. Es dentro de esta visión romántica donde El Artista se hace inmenso, haciendonos creer que estamos viviendo un sueño, el sueño de Gil en Media Noche en París (Woody Allen), en el que  miramos al pasado con añoranza, con el deseo de que reemplace nuestro inmundo presente. La diferencia con Gil, en este caso, es que no es un sueño, Michel Hazanavicius, nos permite acariciar ese retorno, de un Hollywood que recicla efectos (3D) y películas (El Rey León, Titanic, Star Wars), a la esencia de este arte que quizá agoniza y desesperado avanza hacia el pasado para regenerarse y renacer como ARTE, como el SEPTIMO ARTE.



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